Su amigo el “rati” le había
conseguido el arma que precisaba para cumplir con el guión que tenía trazado. La sensación de inseguridad que se percibía
en su medio fue suficiente para justificarse razonablemente. Luego lo único que tuvo que hacer fue comprar
un silenciador en el mercado negro…
Tomó quince días de vacaciones que
tenía pendientes de, ya no recordaba que años, comenzó a dejarse crecer la
barba, compró tintura para el cabello, un par de lentes y un mameluco de
trabajo. Ahora solo restaba que llegara
el día.
Por suerte el tiempo transcurría con
la velocidad de las telenovelas. Estaba
frente a la puerta del edificio interpretando su rol:
Examanteheridoconvertidoenvengadoranónimo.
Caja de herramientas en la mano,
probó departamento por departamento hasta que una tía distraída y ansiosa le
franqueó el acceso a un falso sobrino.
Subió al piso vigésimo quinto piso, salió del ascensor y se sentó frente
a él a la espera de cumplir su venganza tal como estaba prescripto.
Abrió la caja de herramientas, quitó
la parte superior y tomó la pistola oculta en la parte de abajo. Revisó la carga, se aseguró que estuviera
lista y repasó mentalmente la imagen de su ex teniendo sexo en el ascensor,
mientras él la esperaba pacientemente, igual que ahora; pero con una pequeña
diferencia: en sus manos tenía un ramo de rosas…
Se acercaba la hora, sabía que en
ese piso no habría movimientos ni gente; luego de haber sido habitúe del lugar
por años conocía todos los horarios a la perfección. Las cámaras de seguridad
tomarían la imagen de alguien que sólo había existido para el acto, percibía que lo tenía todo calculado…
El sonido del ascensor le anunciaba
el acercamiento del desenlace. Había
comenzado a percibir una pequeña taquicardia y un sudor frío. Secó sus manos y aferró fuertemente el arma. La
campanilla lo sacudió. Se abrieron las puertas, allí estaba. No llegó a
percibir la sorpresa porque el sonido de los disparos, aún apagados por el
silenciador, y la sangre que comenzaba a brotar de ese corazón que pretendía
destruir lo shoquearon. Comenzó a disparar desde su posición de sentado y
continuó haciéndolo mientras se paraba apoyándose en la pared hasta vaciar el
cargador.
Yacía en el piso, boca abajo, un
charco de sangre escarlata comenzaba a fluir y a expandirse por el piso. Dio un
paso atrás, no quería que esa sangre lo contaminara y lo incriminara.
Estaba tan involucrado y
compenetrado con su papel que cuando su compañera comenzó a incorporarse él
intentó continuar disparando sin reparar en que, aún teniendo más municiones,
ninguna bala de salva podría dañarla…
Peregrino
Bueno Re me siento halagado por la selección de este relato. Gracias y un abrazo.
ResponderEliminarguau!!! que comienzo!!, me gustó mucho, como siempre una historia que va a dar que hablar... muy buena la foto!!,un gran y admirado actor, saludos!!
ResponderEliminar¡Gracias Romina! No esperaba encontrarte por aquí, un gusto que hayas pasado...!!!!
EliminarQuerido Peregrino es un placer publicarte. Un abrazo
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