viernes, 7 de septiembre de 2012

EL ROL de José Osvaldo FERRARI


Su amigo el “rati” le había conseguido el arma que precisaba para cumplir con el guión que tenía trazado.  La sensación de inseguridad que se percibía en su medio fue suficiente para justificarse razonablemente.  Luego lo único que tuvo que hacer fue comprar un silenciador en el mercado negro…
Tomó quince días de vacaciones que tenía pendientes de, ya no recordaba que años, comenzó a dejarse crecer la barba, compró tintura para el cabello, un par de lentes y un mameluco de trabajo.  Ahora solo restaba que llegara el día.
Por suerte el tiempo transcurría con la velocidad de las telenovelas. Estaba frente a la puerta del edificio interpretando su rol: Examanteheridoconvertidoenvengadoranónimo. 
Caja de herramientas en la mano, probó departamento por departamento hasta que una tía distraída y ansiosa le franqueó el acceso a un falso sobrino.  Subió al piso vigésimo quinto piso, salió del ascensor y se sentó frente a él a la espera de cumplir su venganza tal como estaba prescripto.
Abrió la caja de herramientas, quitó la parte superior y tomó la pistola oculta en la parte de abajo.  Revisó la carga, se aseguró que estuviera lista y repasó mentalmente la imagen de su ex teniendo sexo en el ascensor, mientras él la esperaba pacientemente, igual que ahora; pero con una pequeña diferencia: en sus manos tenía un ramo de rosas…
Se acercaba la hora, sabía que en ese piso no habría movimientos ni gente; luego de haber sido habitúe del lugar por años conocía todos los horarios a la perfección. Las cámaras de seguridad tomarían la imagen de alguien que sólo había existido para el acto,  percibía que lo tenía todo calculado…
El sonido del ascensor le anunciaba el acercamiento del desenlace.  Había comenzado a percibir una pequeña taquicardia y un sudor frío.  Secó sus manos y aferró fuertemente el arma. La campanilla lo sacudió. Se abrieron las puertas, allí estaba. No llegó a percibir la sorpresa porque el sonido de los disparos, aún apagados por el silenciador, y la sangre que comenzaba a brotar de ese corazón que pretendía destruir lo shoquearon. Comenzó a disparar desde su posición de sentado y continuó haciéndolo mientras se paraba apoyándose en la pared hasta vaciar el cargador.
Yacía en el piso, boca abajo, un charco de sangre escarlata comenzaba a fluir y a expandirse por el piso. Dio un paso atrás, no quería que esa sangre lo contaminara y lo incriminara.
Estaba tan involucrado y compenetrado con su papel que cuando su compañera comenzó a incorporarse él intentó continuar disparando sin reparar en que, aún teniendo más municiones, ninguna bala de salva podría dañarla…

                                                                                                                  Peregrino

4 comentarios:

  1. Bueno Re me siento halagado por la selección de este relato. Gracias y un abrazo.

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  2. guau!!! que comienzo!!, me gustó mucho, como siempre una historia que va a dar que hablar... muy buena la foto!!,un gran y admirado actor, saludos!!

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    1. ¡Gracias Romina! No esperaba encontrarte por aquí, un gusto que hayas pasado...!!!!

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  3. Querido Peregrino es un placer publicarte. Un abrazo

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