Una caja de fósforos pintada;
así es mi buhardilla;
¿vagar, si no, por los hostales hasta
la morgue y la ceniza?
Y aquí estoy, otra vez, igual que entonces;
pura superstición:
el marrón del tapiz, como de roble;
la puerta, con su voz.
Yo me aferraba al pomo con las manos;
tú escapabas, ligera;
acaricio el mechón el rizo airado;
y el labio, las violetas.
¡Oh seductora, porque antes fue así,
como una nevadilla,
otra vez tu vestido al mes de abril
le canta «buenos días»!
No, no eres una vestal: sólo entraste
con una silla, como
si sacaras mi vida de un estante
para soplarle el polvo.
Muy hermoso, aunque no tengas claro si
ResponderEliminarllamar así a ese sentimiento.