En la calle Caracas vivía un hombre que amaba a una rubia. Pero ella lo despreciaba enteramente. Unas cuadras más abajo dos morochas se morían por el hombre y se le ofrecian ante su puerta. Él las rechazaba honestamente. El amor depara dos máximas adversidades de opuesto signo: amar a quien no nos ama y ser amados por quien no podemos amar. El hombre de la calle Caracas padeció ambas desgracias al mismo tiempo y murió una mañana ante el llanto de las morochas y la indiferencia de la rubia.
Me encanta tu blog. Hay tanta libertad en él, que da gusto disfrutarlo
ResponderEliminarGracias Oscar, realmente disfruto mucho editándolo.
ResponderEliminarUn abrazo!!
O ... de cómo no se puede contra el destino! (a veces!) Nedda
ResponderEliminar