
Los segundos se tornaban eternos, allí, parado, esperando un cambio de humor en el día. Una leve taquicardia de antaño se dio cita en su cansado corazón. Mientras esperaba el permiso del semáforo para correr hacia ella y saludarla, vinieron de golpe a su mente toda una oleada de recuerdos en forma de imágenes en blanco y negro, que le hicieron retumbar las sienes. La perdió de vista entre el gentío. Se alzó de puntas para divisarla. No lo logró…
Apenas pudo cruzar, corrió al lugar donde la había visto. Desde allí volvió a reconocer su figura unos metros más adelante, perdida entre un bosque de cuerpos. Cuando quiso llamarla, se percató que había olvidado su nombre, entonces se dio cuenta que era inútil el reencuentro.
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Era un recuerdo idealizado. Pero aún: el deseo de un recuerdo idealizado...
ResponderEliminarTantos recuerdos que amasamos, pulimos y repulimos hasta dejar irreconocible la realidad...
ResponderEliminarGrato descubrimiento tu blog, me apunto para volver a pasarme regularmente.
Besos.
Ximo bienvenido.
ResponderEliminarGracias por el comentario.