jueves, 24 de octubre de 2013

DIECISIETE de Celina ASTE

No me fui a acostar temprano. Tenía planes y además, la luna estaba tan blanca que no podía perderme el espectáculo. Me atrajo como a las mareas. Cuando el rocío comenzó a humedecer mi piel más de la cuenta, me protegí con el alero de la galería. Miré el reloj; todavía faltaba una hora. Busqué el vaso de vidrio alargado donde había colocado una yerbera blanca para la ocasión. Me gustó haber guardado su vela amarilla como recuerdo; venía bien para esta noche también. La mesa estaba lista para el festejo. A la madrugada sopló un viento que me despabiló; me habría quedado dormida, no supe bien. Percibí un aroma ajeno y a la vez intenso, joven tal vez. Miré el reloj. Ya era la fecha. Fui a la cocina, Saqué la torta de la heladera. Coloqué diecisiete velas sobre ella. Con un encendedor, encendí una a una. Tardé una infinidad de minutos en hacerlo. Cada vela me traía un recuerdo de ella. Cada vez me temblaba más el pulso. Cada vez el perfume era más dulce. Prometí que no iba a llorar; los cumpleaños son para celebrarlos. Por dentro me preguntaba cómo se festeja en época de duelo. Insistí. Los cumpleaños son para celebrarlos. Repetí esa frase en voz alta varias veces hasta que la voz no se quebró más. Aspiré profundo para soplar con ganas las velas sobre la torta. Una ventisca suave como las alas de un ángel sopló antes que yo y las velas se apagaron. Me reí, mucho. –Me ganaste de mano –le dije a esa esencia con olor familiar.

4 comentarios:

  1. Gracias por difundir y por la ilustración tan sugestiva que acompaña el cuento. Lindo gestos, ambos.

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  2. Me encantó Celina, realmente me conmovió. ¡Felicitaciones! Y con permiso tuyo y el de Re, me lo llevo para compartir en el grupo. Abrazo

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  3. Muy bueno!!! Un texto afiladísimo, con un andar increíble. Felicitaciones!!!

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